CONTEXTUALIZACION 





Porque la tierra Opita es madre del extenso río Magdalena, la gran mayoría de municipios son vecinos y beneficiarios de sus aguas, de los peces que viajan con él y de la fertilidad que va generando a su paso. Un paso muchas veces raudo que desafía a los navegantes y nadadores extremos que le coquetean en las orillas y en los puertos. Viajar por la región es ir tras el origen del Magdalena, de su paso más angosto y sus aguas más diáfanas.

Recorrer las localidades huilenses representa pasar por lugares diametralmente opuestos como Villa vieja y San Agustín. El primero, con la ambivalencia de la fertilidad en un territorio árido; el segundo, expulsor de quebradas y ríos y custodio del enigma de una milenaria cultura que dejó el misterio de su obra a merced de la curiosidad y la cavilación humana.

Pasearse por el Huila es saber de la antigua existencia de recios indios que defendieron con estoicismo su territorio, y que por la ruta de la historia legaron su valentía a las generaciones actuales. Y los opitas, además de valientes, son alegres, creativos, bonitos y de rico sabor, por sus hábitos gastronómicos. Todo esto se comprueba tomando el camino al sur .


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